publicación Online
 
 
  ir a pagina principal regresar     
Junio 2013
Edición No. 292
ir a ediciones anteriores  

Mis sexenios (63)

José Guadalupe Robledo Guerrero.

Tercera y última etapa del sexenio montemayorista
En febrero de 1998, entrevisté a uno de los múltiples precandidatos al gobierno de Coahuila: Humberto Roque Villanueva, a quien había conocido por intermediación de mi amigo y compañero Juan Antonio Estrada Soto, precisamente el día en que renunció a la Presidencia del CEN del PRI, en septiembre de 1997.

Roque Villanueva era en ese entonces director de la Aseguradora Hidalgo, empresa del gobierno que según se decía, era refugio de políticos en desuso, pero sin embargo, era la única empresa gubernamental que operaba con número negros y sin subsidio, por tal razón le servía al gobierno como una de las tantas “cajas chicas” a su servicio.

En ese momento se decía que Humberto Roque tenía la esperanza de que su “amigo”, el Presidente Zedillo, lo convertiría en candidato del PRI al gobierno de Coahuila, a pesar de estar desarraigado del Estado, pues Roque tenía décadas de vivir en el Distrito Federal y sólo por necesidad visitaba su tierra natal: Torreón.

Pero a pesar del desarraigo, de lo poco que conocían los coahuilenses a Roque y de la muy remota posibilidad de que fuera el candidato, el resto de los precandidatos y sus grupúsculos se habían unido en contra de que Roque Villanueva fuera el elegido. Incluso algunos precandidatos aseguraban que si el candidato fuera Roque, se perdería la gubernatura.

En la entrevista periodística, a su manera, con lenguaje críptico, Humberto Roque habló sobre la posibilidad de convertirse en candidato y luego en gobernador: “Si las condiciones se prestan, sería una gran experiencia la posibilidad de gobierno”. Contestándole a sus malquerientes señaló: “La fortaleza del PRI garantiza el triunfo de cualquier candidato al gobierno de Coahuila”, y para rematar dijo: “Los hombres imponen variantes en los pronósticos electorales, pero yo siempre he creido más en el partido que en los hombres”..

Roque Villanueva también se dio tiempo para reconocer a su jefe político: “El Presidente Zedillo es un hombre con el que uno sabe a qué atenerse”. Para Rogelio Montemayor también hubo halagos: “En el pasado le debo oportunidades importantes de mi vida política, y tengo un gran respeto por su gobierno y por su persona”. Y hubo más: “Rogelio Montemayor además de ser muy buen economista, es un administrador serio”.

humberto roque villanuevaHumberto Roque Villanueva es un hombre de una amplia cultura, conocedor de la política a la mexicana, y dueño de una actitud caballerosa y seria; por el contrario, su lado oscuro: es un hombre del sistema priista, dócil al mandato de los poderosos en turno y sometido a la disciplina e “institucionalidad” del PRI, que no es otra cosa que obediencia lacayuna, abyecto silencio, y culto zalamero a la personalidad del gobernante en turno. Estos priistas siempre esperan que los cargos que ambicionan les caigan de arriba como maná enviada por el generoso dedo elector.

Sin embargo, Humberto Roque hizo algo a su favor. Para llamar la atención del Presidente Zedillo organizó en la ciudad de México una reunión con 600 políticos, todos ellos ex compañeros de Roque de las Legislaturas LIV y LVI de la Cámara de Diputados, lo que fue visto por la prensa como un autodestape... pero para la ¡Presidencia de la República!

Esto que parece de risa fue cierto, un año después Roque Villanueva participaría como precandidato palero en las elecciones internas del PRI para elegir al candidato presidencial. Contienda que ganó Francisco Labastida Ochoa y en la que según dijeron los malquerientes de Roque: el coahuilense perdió hasta en su casilla.

Otra vez en Humberto Roque Villanueva había aparecido el priista disciplinado e institucional para hacer el ridículo a cambio de mantenerse en el ánimo gubernamental.

Estaba claro, Humberto Roque no quería ni aspiraba al gobierno de Coahuila, sino servirle a su patrón Zedillo para dar la imagen de democracia hacia el interior del PRI durante las elecciones internas de candidato presidencial. Roque Villanueva se prestó como patiño ¡presidencial!, no quiso ser palero para la gubernatura de Coahuila. Cuestión de niveles.

Pero Humberto Roque no cesó en su empeño de seguir engañando a sus simpatizantes en Coahuila. Como una forma de ganarse los reflectores de la prensa y sobre todo, atraer la mirada hacia su persona del dador de puestos públicos, el Presidente Ernesto Zedillo, “La Neta”, como él mismo pidió que le dijeran, el 21 de mayo en Acapulco, Roque dio una conferencia de prensa con motivo de la Convención de la Aseguradora Hidalgo en aquel lugar, y entre otras cosas se pronunció a favor de una consulta a la base y a la sociedad para elegir al candidato priista para el gobierno de Coahuila.

Acerca de su aspiración señaló: “El mayor orgullo posible al que podemos aspirar es justamente a la jefatura del gobierno local, del ejecutivo estatal, pero una cosa es la aspiración personal y otra, es la voluntad de mi partido al que pertenezco”. También dijo: “Seré respetuoso de los tiempos y métodos que decida el PRI en Coahuila”.

El primero de marzo de 1998, Rogelio Montemayor imponía en el CDE del PRI coahuilense a Octavio Pimentel González, hombre de derecha, ex córporo y hermano del entonces secretario de Educación Pública, Óscar Pimentel.

Hay que señalar que a invitación de Monte- mayor se infiltraron en la política coahuilense los ex córporos universitarios, estudiantes de derecha que pertenecieron a la Corporación de Estudiantes Cristianos que manipulaban algunos sacerdotes católicos, entre ellos Luis Fernando Nieto.

Por esos días se celebró el XVI Congreso del SNTE en la ciudad de Mérida, Yucatán, en donde el coahuilense Humberto Dávila Esquivel “La Liebre”, de quien se decía tenía una muy cercanísima relación con Elba Esther Gordillo, dejaría de ser el dirigente nacional de los profesores y trabajadores de la educación, pero también fue el día que la prensa exhibiría su incapacidad, despilfarro, y se puso en duda su honestidad.

Dávila Esquivel era otro que se mencionaba como precandidato al gobierno de Coahuila. En el Congreso sindical en Mérida, la prensa señaló que durante los años que dirigió al SNTE, “La Liebre” había manejado 330 millones de pesos mensuales por concepto de cuotas sindicales. También se le acusó de haberse gastado entre 10 y 15 millones de pesos en el multicitado Congreso.

Por su cercanísima relación con la ahora presidiaria Elba Esther Gordillo, “La Liebre” había gozado de un privilegiado trato de la poderosa “líder moral” del SNTE. Gracias a ella, Humberto Dávila fue Oficial Mayor de la delegación Madero de la ciudad de México en donde mandaba Elba Esther, a donde se fue a refugiar “La Liebre” luego de la marginación que sufrió en el gobierno de Eliseo Mendoza Berrueto. Después, cuando Salinas de Gortari impuso a la Gordillo como dirigente nacional del SNTE, Dávila Esquivel ocupó los principales cargos del sindicato magisterial: Tesorero y Secretario General.

En aquel Congreso de Mérida organizado por Humberto Dávila para elegir a su sucesor, “La Liebre” fue recibido con rechiflas, insultos y provocaciones, y en el primer día de trabajos se liaron a golpes los miembros de la CNTE contra los del SNTE. Dávila no pudo controlar a sus compañeros, los 1700 delegados sindicales que acudieron al aquelarre.

Después, durante horas, estuvo suspendido el Congreso que eligiría al nuevo dirigente, pues los representantes sindicales no estaban de acuerdo con los candidatos que les presentaba “La Liebre”. Finalmente la Gordillo intervino para salvar el Congreso e imponer a su candidato.

Ese día se filtró a la prensa que durante la gestión sindical de Humberto Dávila había habido malos manejos de millones de pesos. Esta denuncia, publicada en los principales diarios del país, pondría dócil a “La Liebre”, quien se quedó callado cuando Elba Esther señalaba en público: “Los candidatos de Dávila Esquivel son muy malos”.

Al final, la película terminó como todo mundo esperaba: Elba Esther Gordillo haría a un lado a los candidatos de su “íntimo amigo” e impondría al suyo: Tomás Vázquez Vigil.

Para arrancarnos la risa, los beneficiarios de Humberto Dávila Esquivel le dieron otra interpretación al asunto e insistieron en que “La Liebre” había negociado la Secretaría General del SNTE a cambio de la gubernatura de Coahuila. ¡Cuanta imaginación tienen los cortesanos!

Para el mes de abril, la nómina de los precandidatos al gobierno de Coahuila se había incrementado con el autodestape del candidato montemayorista: Jesús María Ramón Valdés.

Hasta entonces se supo que la carrera final por la gubernatura sería entre Enrique Martínez y Jesús María Ramón, pues la precandidatura de este último fue impulsada desde el Palacio de gobierno por Rogelio Montemayor, quien quería evitar que su enemigo número uno: EMM, perdiera toda posibilidad de sucederlo.

Jesús María Ramón contaba con el apoyo de otro mafioso: el secretario de gobierno, Carlos Juaristi Septién. Por eso, el acuñense fue destapado por el periódico Zócalo de Piedras Negras, a petición de “El hermano Lelo” como le apodaron los enriquistas a Montemayor.

Por estas fechas, Jesús María Ramón, el promotor de maquiladoras, había iniciado su precampaña vendiendo su imagen como creador de empleos.
chuy maria ramon
Mientras tanto, “La Coneja” renunciaba a su precandidatura y juraba que su favorito era Roque Villanueva, pero hacía el interior del grupo roquista, se decía que Alejandro Gutiérrez era un espía que le llevaba los chismes a Montemayor o a Enrique Martínez, según le convenía.

La definición de “La Coneja” a favor de Roque se basaba en algo que Alejandro Gutiérrez repetía con insistencia: “Si Roque no es el candidato, entonces me va a proponer para que yo sea”. Qué imaginación tienen los juniors. Dios les dio dinero, pero no inteligencia.

Por su parte, los seguidores de Humberto Roque Villanueva confiaban en que pronto se destaparía como precandidato, pero esto nunca sucedió. Luego, cuando todo estaba listo para seleccionar el candidato del PRI, y las opciones en el Estado eran: José María Ramón y Enrique Martínez, uno el candidato de Montemayor y el otro, la carta local, Roque se justificaría diciendo: “yo no voy a pelear contra Enrique Martínez”. Allí supe que EMM sería el sucesor de Montemayor, finalmente tumbarían al candidato del gobernador.

Para conocer su opinión política sobre el momento que se vivía en Coahuila, en mayo entrevisté a Jesús Contreras Pacheco, en ese entonces era el más connotado militante priista en Matamoros, Coahuila, a quien conocían como “El Cacique”, y que ahora es propietario de un partidito palero: Partido Primero Coahuila.

En aquella fecha Contreras Pacheco, como era lógico, habló de su entonces partido, el PRI. De esa entrevista rescaté algunas declaraciones que no tienen desperdicio en el argot de la demagogia y la simulación: “Me vería ridículo en otro espacio político después de haber militado en el PRI durante muchos años”. “En el PRI he aprendido que hay muchas oportunidades y maneras de servirle a nuestra gente que sigue creyendo en el partido”.

Pero hay más perlas para la memoria política de Coahuila, dictadas por Contreras Pacheco: “Quien piense que la política es para enriquecerse, está equivocado”. “A los precandidatos gubernamentales les recomendaría que eviten darse golpes bajos entre ellos mismos, porque además de causarse daño también dañan al partido”. “Lo fundamental para los priistas debe ser la lealtad”. “Los puestos públicos son para servir a la gente”.

Pero Jesús Contreras Pacheco también nos dio a conocer su lado positivo: su formación socialista adquirida en la Normal Rural de Tamatán, Tamaulipas, en donde estudió para profesor de primaria. Fue líder estudiantil, Secretario General de su Normal, y posteriormente Secretario Ge- neral del Comité Nacional de las Normales Rurales.

“El Cacique” terminó la larga entrevista remarcando: “Sea quien sea el candidato, y aunque a mi no me guste, me la jugaré con el PRI”. “Debemos asumir una actitud de lealtad y respeto hacia el partido”. Estas perlas revelaban que Contreras Pacheco no simpatizaba con Enrique Martínez, y desde entonces lo señalaba.

Refiriéndose a la situación por la que atravesaba el PRI en ese momento, acusó: “Algunos beneficiados por del PRI son los que más daño le hacen”. Y para otorgar su óbolo priista dijo: “Los buenos gobernadores de Coahuila han sido: don Braulio, don Óscar y Montemayor”.

Para estas fechas, Humberto Dávila Esquivel y Francisco Dávila Rodríguez habían realizado una alianza con Enrique Martínez, pero a EMM de poco le servían estos aliados, “La Liebre” era un cadáver político y el senador trailero, un charlatán con dinero.

Pese a ello, Francisco Dávila andaba recorriendo el estado, engañando a los incautos con la mentira de que él era el “candidato natural” al gobierno de Coahuila. Se decía que Dávila Rodríguez había comprado la senaduría pagando la campaña a senador de Melchor de los Santos y ayudando a financiar la campaña de Montemayor. Sin embargo, Dávila Rodríguez no ambicionaba ser candidato a gobernador, pues sabía que no tenía ni la más remota posibilidad de serlo. Quería ser alcalde de Torreón, en donde también era casi imposible que ganara las elecciones.

Por su parte, Humberto Dávila Esquivel con la alianza electorera, lo único que quería era conseguir una chamba, la que fuera.

El día de la libertad de expresión, El Periódico... otorgó a José María Fraustro Siller, entonces Rector de la UAC, nuestro principal reconocimiento a las haladas de los funcionarios y políticos: “La Mamila de Oro”, la que Chema se había ganado por la declaración: “Pronto podría visitar Saltillo el Comandante Fidel Castro Ruz”. Y previniendo que a Chema se le ocurriera la halada de que Albert Einstein vendría a la UAC a impartir clases, nos preparamos con “El Chupón de Platino”, pues uno no sabe hasta dónde puede llegar la ignorancia y la estupidez...*

(Continuará).
Tercera y última etapa del sexenio montemayorista...

 
 
 
correspondencialag@hotmail.com
 
 
 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

     
carton noviembre 09 Noviembre 09 Rufino